
CREENCIAS Y AUTOCONOCIMIENTO
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LA MONETIZACIÓN DEL SUFRIMIENTO
junio 9, 2025Aunque a veces lo olvidamos, dada nuestra tendencia a la costumbre y el automatismo, comunicarnos y tender puentes hacia otros seres humanos, es un acto que podríamos calificar de milagroso. Nadie puede sentir la vida, ni vivir la experiencia de existir que otros tienen. En últimas, quien me rodea me continúa siendo un misterio, el más grande misterio, pues no me es posible encarnarlo y entenderlo completamente. Y he ahí el milagro de comunicarnos, de las palabras y los gestos que tienden puentes, como un intento de la vida de poder darse a conocer, de conocerse a sí misma. Con esta posibilidad, podemos al menos acercarnos en un porcentaje a lo que el otro está pasando, o expresarle lo que a nosotros nos ocurre. Podemos tender puentes que nos permitan acordar y construir sobre el mundo que nos rodea, más allá de no llegar a sentirnos jamás en la piel del otro. Nuestra comunicación es siempre una aproximación, pero no por eso deja de ser maravillosa.
Como el secreto de lo que realmente pasa en el interior de un individuo sigue solo siendo accesible en su totalidad para él mismo o ella misma, la única forma real que tenemos de saber que lo que nos narra se aproxima a la verdad es la confianza en que aquello que nos está diciendo es lo más transparente posible. Es decir, el nivel de honestidad de la transmisión de la información determinará la solidez con que se construirá el puente de la comunicación. Nuestros vínculos están sostenidos por estos pilares, dado nuestro aislamiento existencial básico, es la posibilidad de ser transparentes y generar confianza la que puede unirnos o separarnos de otros seres humanos. Si surge la honestidad, surge evidentemente la posibilidad de no serlo, de mentir. Pero no solamente de mentirle a los otros, sino también, de mentirnos a nosotros mismos. Y aquí el asunto se complica un poco más: porque si no partimos de la honestidad interior, de ser claros con nosotros mismos, se mancha, así también, la posibilidad de transmitirle al otro nuestra experiencia de forma fiable.
La confianza y la honestidad deben comenzar en un proceso interior donde podamos aceptar en profundidad aquello que estamos viviendo, sintiendo, deseando y pensando. En la medida en que hacemos una negación de nuestra propia experiencia, somos deshonestos y transmitiremos después esto en nuestra comunicación con otros. Por ir a un ejemplo más común de lo que creemos, si siento que ya no quiero a mi pareja, debería ser primero honesto conmigo y no forzarme a sentir otra cosa diferente. Después puedo mirar el mejor camino para expresar y solucionar esta situación. La transparencia puede ser dura, pero honra la confianza que otros han depositado en nosotros. Necesitamos habitar vínculos que sean confiables y honestos, que no contribuyan a la sensación de distancia y paranoia que nos promueve en exceso este mundo que habitamos. Ofrecerlos y cuidarlos es fundamental. Sin mentirnos, sin traicionarnos, y cuidando de invitar al otro a que también respete su propia experiencia, su libertad individual y nos la transmita honestamente. Y si es el caso, entender que es mejor una despedida desde la confianza, que una ruptura intempestiva desde la deshonestidad.