
EMOCIÓN Y DECISIÓN
abril 15, 2025
CREENCIAS Y AUTOCONOCIMIENTO
mayo 14, 2025Este es un blog específico. Aunque todos en una dinámica sana relacional tenemos momentos en que debemos comportarnos de una forma sumisa y aceptar los pedidos y mandatos de otros, existen algunas personas que vuelven de la sumisión una forma de vida y terminan pagando un precio muy caro en términos del sufrimiento que esto puede generarles a largo plazo. Si esto te ocurre, espero que esta reflexión te permita hacer cierta consciencia y generar cambios para moverte de una forma más sana.
Es cierto, que el mundo carece hoy de amabilidad. Cada vez somos más egoístas y egocéntricos. Nos preocupamos menos por los demás y vivimos realidades donde cada quién solo se preocupa por sus intereses personales. Algunas personas, naturalmente, tienen una predisposición a ser mucho más amables que otras y la tienen un poco más difícil cuando llegan a este mundo y sus comportamientos salvajes. Por supuesto, hay formas de egocentrismo sanas, en ciertos momentos tenemos que priorizarnos y poner los límites correspondientes. Pero, el problema, es que en la actualidad tendemos a quedar atrapados o atrapadas en uno de los dos extremos: o somos dominantes en exceso o nos dejamos consumir por la sumisión. Los problemas de ser completamente sumisos son casi obvios: pueden aprovecharse más de ti, te utilizarán para propósitos ajenos, tendrás miedo a estar solo y sola, delegarás responsabilidades mínimas e importantes y hasta podrás ser víctima de maltrato. Seguramente tenemos más, pero quizá el más importante es que entregarás el timón de tu vida perdiéndote en sentidos y formas de vivir que son ajenas. Así como hablamos de la sumisión, debemos tener presente que otros desde su lugar de poder estarán dispuestos a decirte cómo vivir tu vida si se los permites. En la sumisión te olvidas de tu mundo interior y terminas entregando tu vida por causas ajenas. Y ojo, porque no hablo de otros poderosos, grandes y tiranos, si no de otros comunes que van desde nuestros padres o madres, las parejas con las que construimos vínculos o los jefes o malos lideres que podemos toparnos. Pueden ser múltiples las razones por las que esto termina ocurriendo, y cada quién, si identifica una sumisión en exceso tiene la tarea de explorarlas. Lo importante ahora, es comprender que el exceso de “buenismo” puede terminar pasando una factura de sufrimiento muy alta que tiene que ver con perder la autenticidad y el rol particular y único que viniste a ejercer en esta vida humana.
El miedo que sienten las personas sumisas es muy grande, por lo que romper ciertos círculos interpersonales y poner los límites correspondientes puede representar una amenaza muy fuerte, y por esto prefieren entregar su libertad. En muchas ocasiones necesitarán ayuda para salir de esta jaula en que se han convertido los demás. Lo más paradójico es que no es extraño que este comportamiento se confunda con el amor verdadero: “no soy sumiso, soy demasiado amoroso”, lo cuál no es más que otra excusa para no asumir el cambio que dejar este tipo de vida podría traer. El amor no es sumiso, el amor verdadero es libertad y aliento de vida, el amor verdadero nunca te impedirá sentir o pensar; mucho menos que vivas tu vida según tus deseos. Al contrario, alentará tu camino único, así ese camino te lleve lejos o te invite a vivir formas de vida lejanas a las que otras personas consideran las adecuadas.
Quien realmente te ame será un fan de tu libertad. Te pedirá abrir las alas. Te invitará a que explores tu mundo interior y lo valores y respetes. No te impondrá su forma de vida ni mucho menos te castigará si no la sigues. Por supuesto, en todo círculo de sumisión hay dos polos. Del otro nos ocuparemos en una próxima ocasión. Por ahora, si te identificas siendo exageradamente sumiso, no te quedes quieto o quieta, haz algo por cambiar, busca ayuda y sal de un modo de relacionarte que no te permite realmente dar ni recibir amor, y que a largo plazo te pasará el precio de una vida no vivida.