
HUMILDAD Y AMBICIÓN
agosto 16, 2025
SOBRE LA IMPORTANCIA DE DECIR NO
septiembre 29, 2025Los vínculos son un tema de conversación obligado cuando estamos intentando cambiar o buscando nuevas posibilidades para nuestro desarrollo. La mayoría de quienes tratamos de ampliar nuestra consciencia y buscar nuevas formas de ser humanos necesitamos dar una revisada a la forma en que nuestras relaciones de pareja, sociales, laborales o familiares están funcionando. A veces, esto produce fuertes decepciones o malestares, porque nos damos cuenta de los juegos poco saludables en los que llevamos años atrapados o las formas malsanas en que hemos venido proponiéndole a otros que se vinculen con nosotros. También, por supuesto, en ocasiones puede ser una fuente de felicidad, de reafirmación del amor, de reconocimiento de nuestra historia vincular como un camino que hemos recorrido de la forma más sana y desarrollada posible. Ninguno de nosotros se relaciona de forma perfecta, pero siempre hay un espacio de desarrollo y mejora, que surge en cuanto nos hacemos conscientes de nuestro mundo.
Son muchas las formas en que nos vinculamos coartando nuestra propia libertad y bienestar o el de aquellos que nos rodean. En esta ocasión, quisiera hablar específicamente de una: las formas tiránicas o narcisistas. Vínculos que sólo funcionan si el tirano o la tirana es satisfecha, si sus necesidades son las primeras y si sus formas de ver el mundo son las que se imponen en la relación. Algunos de estos vínculos son directamente violentos, con necesidades transmitidas a gritos o incluso a golpes. Estos son bastante evidentes y la mayoría de nosotros los reconocemos (a menos, que nuestras cegueras personales sean tan fuertes que nos impiden verlo). Sin embargo, hay otros de estos vínculos donde los reclamos y la necesidad por la dirección de la vida del otro asumen un disfraz de educación, casi que, el tirano o la tirana, “nos están enseñando como vivir” y por esto nosotros deberíamos estar agradecidos. Estos últimos, están cargados de mensajes manipuladores, intelectualmente muy elaborados, que dejan en confusión y sensación de culpabilidad a quién los recibe. A veces, nos sentimos tan aparentemente seguros en la seguridad del otro que nos cuesta distinguir el amor del control y el poder que están ejerciendo sobre nosotros. Las demandas del tirano o la tirana son constantes y generalmente, o no tienen en cuenta o menosprecian las necesidades de con quién se vincula. Por supuesto, todos tenemos que negociar y ceder en ciertos aspectos para poder construir vínculos. Así como, esforzarnos si es de nuestro interés mantenerlos. Sólo que, en este caso, solo se exige sin dar mucho a cambio y se impone una forma de vida como la que supuestamente es correcta. Si te sales de mi cuadro, entonces, ya no te quiero.
El vinculo real y amoroso solo puede darse en un espacio donde ambos tengamos libertad para ser, dentro de un cuidado mutuo y respetuoso. Las exigencias narcisistas oscurecen la posibilidad de que los vínculos puedan florecer, acompañándonos en nuestras felicidades y logros, aplaudiendo y celebrando las trasformaciones que nos hacen crecer. Así, muchas veces, esas trasformaciones nos distancien o impliquen cambios que no necesariamente nos gusten o compartamos. Ni el narcisista es el culpable de todo, ni quien se deja manipular es una víctima inocente. Todos estos juegos necesitan de ambas partes y de las perturbaciones particulares de cada jugador. Por ahora, que sea una invitación a ser conscientes de estos vínculos y dar pasos hacia su posible trasformación. Sea con cambios personales, sea con el acompañamiento profesional que tantas veces hace falta.