
CONFIANZA Y HONESTIDAD
mayo 26, 2025
TU TERAPEUTA, EL AUTÓMATA
julio 1, 2025Existen personas, que por paradójico que pueda sonar, se alegrarían en este instante si los golpeara una tragedia. Es más, podríamos decir, que muchas veces se sienten tristes hasta el punto de que algo doloroso les aparece en el camino. Estamos ante una situación y una nueva forma de ver el sufrimiento que abre muchos cuestionamientos, que genera preguntas, y que para mi produce un cierto ruido. Todo esto, no es promovido por ningún tipo nuevo de patología o perversión. Todo esto florece en la tierra abierta y fértil de las redes sociales. La necesidad de atención y la captación de likes ha atravesado un proceso muy interesante, donde hemos pasado de la exhibición de nuestras alegrías, triunfos o momentos de placer, a la exhibición de nuestro dolor, nuestras tragedias y nuestros duelos. Pensaba en lo curiosamente contradictorio que es que un post de noticias tristes tenga miles de likes. ¿Es producto esto de la solidaridad? ¿Del morbo?
Atravesando algunos ejemplos, lo más obvio es lo que acabo de mostrar: la publicación de noticias, con su estruendo y su gritería, con sus lágrimas y testimonios. Pero esto no es una novedad. Las vitrinas públicas del dolor siempre han existido, desde que lo predominante era la prensa impresa. Ahora, la divulgación del dolor solo la merecía la noticia del momento o ciertos personajes públicos, que al hacerse públicos, hacían concerniente su tragedia para todos los demás. El cambio fundamental está en que ahora cualquiera pueda hacer uso de un espacio público para exhibir su dolor. Y es por esto por lo que en las diferentes redes que utilizamos, entre fotos de rumba, playa y platos de comida, es común que se cuele una selfie de hospital, un video donde alguien llora profusamente o un relato extenso de duelo y dolor. Y no quiero sonar a inquisidor del sufrimiento, en últimas, el mundo virtual será tan variado como el real. Tan humano. Pero si es curioso comprender el uso del sufrimiento para generar algún tipo de ganancia, en este caso, hasta de tipo monetario. ¿Qué tipos de significados nuevos le asigna a nuestro malestar el hecho de que lo podamos, de alguna forma, monetizar?
Tampoco quiero sonar absolutista, en el sentido de meter en un mismo costal a todos aquellos que expresan su dolor en estos espacios. A lo mejor, muchos de ellos y ellas están buscando un apoyo real, denunciar algo o incluso esperar algún tipo de respuesta compasiva por parte de otros. El asunto es quienes no, quienes parten de algún tipo de necesidad atencional problemática, o incluso, quienes son capaces de inventar una tragedia para simplemente generar ganancias adicionales o ganar un par de seguidores. Lo del invento de los triunfos y su exhibición ya es más que obvio para muchos de nosotros. Lo que se torna interesante es el cambio de las lágrimas por dinero. ¿No contribuye a la mitigación del dolor su manejo en privacidad? ¿No hace parte de nuestro espacio íntimo nuestro sufrimiento? ¿Cuál es la necesidad real que empuja actualmente a las redes a volverse, literalmente, un mercado de lágrimas? ¿Es necesario convertir cada dolor y cada tragedia en una especie de gran enseñanza pública? ¿Qué tipo de presión nos podría imponer esto? ¿Y si termina finalmente pasándonos como al pastorcito mentiroso, donde nuestra ya carente educación emocional, no sepa finalmente distinguir una emoción real de una que se ha fingido por likes? Veremos.