
DE PROPÓSITOS Y DESPROPÓSITOS
enero 13, 2025
NO ES TAN GRAVE COMO PARECE…
enero 31, 2025Aunque parezca increíble muchas personas mantienen relaciones durante años y años sin darse cuenta realmente con quién conviven, es decir, sin conocer a las personas con las que se relacionan. Y es que no basta solamente compartir el espacio y el tiempo con alguien para decir realmente que lo conocemos. Cada vez más nos falta una cualidad indispensable para poder relacionarnos de forma sana: la presencia. Carecemos de la posibilidad de estar realmente con el otro. Porque de nuevo, no basta con estar en el mismo espacio al mismo tiempo, si es que nuestra cabeza y nuestro corazón están en un lugar diferente. Pensemos en un ejemplo cotidiano: dos amigos o amigas se encuentran para conversar y tomarse un café, hace un buen tiempo que no se ven y, sin embargo, aunque comparten la misma mesa en el mismo lugar, cada uno de ellos pasa la mayor parte de la conversación mirando su celular, atendiendo a mensajes, correos y notificaciones que no pertenecen al momento que se está compartiendo. Podría uno creer que con el asentir de las cabezas y los gestos, evidentemente se están comunicando y, la mala noticia es que ese encuentro pasará de largo, sin presencia, tanto que vagamente se recordará después qué fue lo que ocurrió.
Y aunque cada persona y encuentro merece nuestra entrega, pensemos en los casos en que estas conversaciones tienen un trasfondo más profundo. Alguien expresa sentimientos importantes o plantea necesidades para que el vínculo funcione mejor. ¿Qué pasa cuando quien escucha no está presente? No hay consolidación, sin presencia la memoria no registra de forma adecuada lo que ocurre, por lo que muy probablemente estas emociones y necesidades terminen siendo ignoradas y los problemas sigan sin solución. Es por esto por lo que una de las cosas curiosas que les ocurre a quienes comienzan a meditar o practicar mindfulness es que se “despiertan” a sus relaciones. Es decir, comienzan a estar presentes en sus vínculos y encuentros, con sus cinco sentidos abiertos, percibiendo y registrando correcta y amorosamente la información. Y esto puede traer diferentes tipos de consecuencias: por una parte, un redescubrimiento de quiénes nos acompañan en sus luces y sus sombras, un reavivamiento del amor en sus múltiples formas; pero, también, puede acarrear una ruptura, al darme cuenta de que esa persona no se parece en nada a lo que tenía en mi cabeza, construido desde mi ausencia y desatención. Estar presentes es saber de una forma más exacta como nos sentimos, cuál es nuestro estado interno cuando nos encontramos con otros, es saber exactamente dónde y con quién sí queremos estar. Por esto, meditar, hacer mindfulness y su inevitable consecuencia de aumentar nuestra presencia es realmente revolucionario, pues nos permite cambiar sobre unas bases más sólidas y no sobre fantasías y mentiras.
Por supuesto, esta es una invitación a meditar, en sus múltiples formas, como una manera de mejorar nuestras relaciones y ser realmente amorosos. Sin embargo, este no es el único camino para hacer nuestros vínculos más presentes. Apaguemos el televisor, dejemos de lado el celular, respetemos los horarios de trabajo, entreguemos realmente nuestro tiempo cuando conversemos o nos encontremos con alguien a quién queremos. Permitámonos estar realmente con los demás. Así despertaremos a nuestras relaciones, dándonos cuenta realmente con quién convivimos, a quién le entregamos nuestro tiempo y energía y mostrando a los demás una versión más clara y transparente de nosotros mismos. Que no se nos olvide que los vínculos están sujetos al caminar del reloj, desaparecerán, y no hay mejor manera de honrarlos que a través de nuestra entrega humana y presente.